LAS EMOCIONES Y EL SUFRIMIENTO

Con las meditaciones propuestas en el programa MBMW del nivel III se pretende, entre otras cosas, que el meditador sea consciente de que las emociones son causadas por nuestros pensamientos. Esos pensamientos pueden venir del pasado, pueden ser proyecciones que hacemos hacia el futuro e interpretaciones de la realidad presente que, en muchas ocasiones, nada tienen que ver con ella o tan sólo son una parte de la misma.

Cuando se medita con situaciones agradables, los participantes de un taller tienden a retener esa emoción, hasta tal punto que, cuando se les pide cerrar foco, al final de la meditación, no les resulta agradable. Normalmente suelen comunicar al instructor que hubieran preferido estar más tiempo meditando.

Por el contrario, al meditar con situaciones desagradables, tendemos a huir de ellas. Nos sentimos incómodos. Nuestra mente ordinaria nos dice «¡Qué pasa!, sal de ahí. ¿Qué hace el instructor!, yo vengo a meditar para calmar mi angustia, mi sufrimiento. No vengo a sufrir».

¿Qué debemos entender desde la experiencia con este tipo de meditaciones?

En primer lugar, reconocer que todo es un constructo mental. Cuando al meditar vamos al pasado y revivimos situaciones agradables o desagradables, somos conscientes, desde la pura experiencia, que las emociones que surgen son provocadas por pensamientos que hemos elegido de forma controlada en el laboratorio que llamamos: meditación. Luego, son los pensamientos la razón causante de las emociones.

En segundo lugar, es bueno comprobar cómo actúa nuestra mente. En algunos casos, nos pedirá huir, evitar esa situación desagradable. «Qué hago yo aquí introduciendo el sufrimiento en la meditación». En otros casos, nuestra mente ordinaria tratará de buscar la solución al problema o situación desagradable que hemos traído voluntariamente al presente. Pero esa obsesión por buscar solucionar las situaciones desagradables nos producirá más y más sufrimiento. Debemos darnos cuenta de estos mecanismos de la mente que nos traen tanto sufrimiento.

La propuesta que propone la meditación basada en la Atención Bondadosa del programa MBMW es ACEPTAR las emociones desagradables (que no resignarse) y AGRADECER las emociones agradables. De esta manera, ganamos ECUANIMIDAD.

Reconocer que, para que el sufrimiento cese, debemos estar cara a cara frente a él. Dejar que el sufrimiento habite en nosotros el tiempo que quiera estar. Cuando meditamos con el sufrimiento no debemos buscar cómo quitárnoslo de encima, simplemente le damos la bienvenida como si fuera pura y genuina felicidad. Ya habrá tiempo para observar con lucidez si la situación desagradable podemos o no gestionarla a través de nuestras acciones, de nuestra conducta. Pero, en un primer momento, toca vivir con el sufrimiento.

Algunos psicólogos comentan que ese «estar con el sufrimiento» es similar a lo que se les pide a los pacientes que tienen algún tipo de fobia. Poco a poco, se les acerca al objeto que les produce miedo para que se inmunicen de su veneno. Con la meditación, debería ocurrir lo mismo, nos acercamos al sufrimiento y lo abrazamos. Y al estar cara a cara con él, vemos que no es nuestro enemigo, que es tan sólo un contenido mental impermanente, que vendrá y se irá. El sufrimiento es parte de la vida, es el verdadero motor del despertar. ¡Aprendemos tanto cuando sufrimos! Un meditador experto sabe muy bien que el sufrimiento es una herramienta valiosa para avanzar en el arte del silencio que transformará su propia vida.

Toda esta vivencia experiencial, a través de la meditación, nos lleva, sin buscarlo, a cierto bienestar mental, que no depende de la situación concreta que atravesemos, ya que somos el silencio, espacio de consciencia, donde el ruido viene y se va. Somos la serenidad, espacio de consciencia, donde la tempestad viene, nos abraza y después nos deja, permitiéndonos ver el cielo despejado que somos y que siempre hemos sido, que nunca hemos dejado de ser.

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